Historia de la Casa de los Azulejos
Por Tokiyo Tanaka, profesora de CEPE, UNAM
[Capítulo 6]
En el capítulo anterior, dije que el libro “Cosas del Japón” escrito por el conde Vivero, quien hubiera llegado a las costas del Japón en 1608, representaba unas “cartas dirigidas al muerto”, es decir, al difunto rey Felipe II. En septiembre de 1598, el mismo año en que el rey Felipe II falleció, murió Taiko Hideyoshi, también. Encontramos un verdadero contraste en el continente euroasiático, entre la vida del soberano japonés en el extremo este y la del rey Felipe II en el extremo oeste. Éste nació como heredero del emperador del Sacro Imperio Romano, donde se decía que “nunca se ocultaba el sol”, mientras que Hideyoshi nació en una familia de pobres campesinos. Estos dos personajes tan contrastantes fallecieron sin distinción el mismo mes del mismo año, por los azares de la vida. En sucesión de Hideyoshi, llegó al poder el magnate Ieyasu Tokugawa. En cambio, al rey Felipe II le sucedió su hijo Felipe III, cuya existencia como rey no valía nada.
Lo extraño para mí es que el citado libro “Cosas del Japón”, siendo un documento oficial, ignorase por completo al rey Felipe III de España. Por muy poco que fuese lo que él representaba como rey, ¿es imaginable una situación así? La respuesta parece estar en la relación que existía en ese entonces entre México y España.
El verdadero poder de España pasó a manos del duque Lerma, en vez del rey impotente. El título de duque equivaldría al de daimyo (señor feudal) en Japón. En realidad, después de la Restauración de Meiji, en Japón se adoptó el sistema de clases copiando la sociedad aristocrática europea, llamando al daimyo por duque al que le seguían marqués, conde, etc., según el escalafón salarial (extensión de territorio). Entonces, el duque Lerma se ubicaba más arriba del conde Vivero. En un documento oficial que leería el duque Lerma, se hacía caso omiso a su amo, el rey Felipe III de España.
El propio conde Vivero permitió esta situación por la confianza que sentía en sí mismo. Estaba seguro de sí mismo como un noble que radicaba en México colonizado por España. En otras palabras, España se encontraba en dificultades económicas a causa de la corrupción e incompetencia del duque Lerma, y no podía vivir sin el apoyo económico enviado desde México. Desde luego, el pueblo español sintió repulsión contra el duque, y la clase aristocrática de España perdió la confianza del pueblo.
En cambio, la nobleza española que había llegado al nuevo mundo sostenía a la nación en vez de la clase noble corrupta en España, considerándose, tal vez, la verdadera corriente de la sociedad aristocrática española. Ciertamente, existe un gran número de nobles célebres que han dejado sus nombres en la historia. Ellos se afanaron por construir mansiones lujosas como si estuvieran compitiendo con los nobles de España. La “Casa de los Azulejos”, la casa matriz de la cadena de restaurantes Sanborns, es una de ellas. Con razón, los viajeros europeos de aquel entonces llamaban a la ciudad de México “Ciudad de los Palacios”.
Parece que el libro “Cosas del Japón” escrito por el conde Vivero fue presentado primero al virrey, su jefe inmediato, y posteriormente enviado a España. El virrey, al recibir el informe dirigido al difunto rey Felipe II, debe haber elogiado el valor del conde Vivero.
A propósito, este virrey de apellido Velasco era tío del conde Vivero. Él fue el primer virrey criollo en México, y por ende, su sobrino conde Vivero era criollo, también. ¿Acaso no significaba el informe del conde Vivero una carta de desafío de parte de un noble criollo contra la nobleza española? La primera generación de nobles españoles llegaron al nuevo mundo deseando cumplir los sueños imposibles que no realizaron en España. La segunda generación hizo realidad esos sueños y consiguieron una victoria ante la metrópoli.
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